PAÍS LIBRO

Autores

franklin ingmar

oro negro al rojo

ELLA estaba en pie en medio de la carretera polvorienta, fijando su mirada furiosa en el capot levantado de su automóvil, como si su cólera fuera a aplacar el chorro de vapor que escapaba del radiador. Detrás, un carro tirado por bueyes se detuvo. Los rayos verticales del sol y la dura subida de aquella carretera de montaña habían cubierto de sudor el lomo de los cuadrúpedos. El carretero descendió y se acercó a la mujer. Llevaba un albornoz mugriento. Se puso a gritar con grandes gestos. Tenía por qué. El coche averiado obstruía completamente la carretera, invadida por una muchedumbre jamás vista en Kerma. Coches, camiones y carretas vetustas; de cuando en cuando, un camello. Árabes a pie.