el moderno jekill-hyde
HABÍA estado lloviendo durante los tres últimos días enteros. Sin interrupción, monótonamente, con una terca insistencia, la lluvia había estado cayendo desde los cielos plomizos, hora tras hora, implacablemente. En el interior de la habitación el agua había ido infiltrándose, como sobre un terreno poroso y permeable, dentro del alma del esquizofrénico, el hombre de la doble personalidad, hasta llenarla completamente de sádica desesperación. El estado mental y anímico del esquizofrénico era tal, después de estas interminables horas de monótono golpear de la lluvia sobre los cristales de las ventanas de su habitación, que ya no le quedaba sino una única y terrible salida...