el traidor
En aquella pequeña ciudad francesa del Departamento del Aisne, si alguien quería dar por buena una noticia, solo le bastaba con asegurar: «Me lo dijo Duval». Entonces, ya nadie dudaba. O si deseaba crear interés en torno suyo le era suficiente con empezar diciendo «Estoy seguro de que Duval piensa así...» Y todo el mundo se arremolinaba para escuchar lo que pudiera pensar Duval.