pasos en mi pesadilla
Apreté el gatillo. Sonó como un taponazo. Como una botella de champaña abierta para celebrar algo. No hubo champaña. Ni espuma. Ni celebración. Ni alegría. No hubo nada de eso. Solo olor a pólvora. Acre, siniestro olor a pólvora. Y sangre. Y un grito ronco. Y unos ojos que me miraban con terror. Luego, nada más.