PAÍS LIBRO

Autores

donald curtis

cuando cabalgan los muertos

Howard Wingate se paró en seco, como si le hubieran soltado de repente un bofetón. Giró su cabeza leonina, de blanca melena, frondosas patillas y rostro enrojecido, casi apopléjico, clavando sus ojos pequeños, redondos y fríos en el hombre que había hablado. Daba la impresión de estar mirando a un pigmeo desde una altura inaccesible. Y, sin embargo, el que había hablado era nada menos que Ralph Andersen, de la Andersen & Andersen Asociated Bank, un poderoso financiero del Este trasplantado al lejano Oeste para ampliar su fortuna y la de su Banca, a través de la financiación de grandes sectores industriales y comerciales de las recién colonizadas y ya casi civilizadas tierras al oeste de las Rocosas.