PAÍS LIBRO

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curtis garland

la tarjeta del verdugo

Mark Crabbe lo siguió con gesto huraño. Miraba los muros grises con expresión distante. Le parecía un sueño encontrarse precisamente esa noche allí. Un mal sueño del que deseaba despertar lo antes posible. Se detuvieron finalmente ante una celda de puerta de barrotes desde el techo al suelo. El preso era visible en su interior, bajo una cruda luz vertical, que marcaba extrañamente las sombras y contrastes del hombre y su entorno, como en un duro film negro de los años cuarenta.