PAÍS LIBRO

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curtis garland

el juez que fue verdugo

Un revuelo. Disparos de flash fotográfico, murmullos, confusión. Lo de siempre en momentos así, sobre todo cuando un proceso alcanzaba el alto grado de tensión y de expectación que se deban en casos como aquél. Los reporteros corrieron presurosos al exterior, atropellándolo todo, para dar la noticia a sus rotativos, emisoras de televisión y de radio. El juez golpeó con energía en su estrado. —¡Silencio, por favor! — ordenó—. ¡Silencio o hago desalojar la sala!