—Y tú aseguras que allí hay oro —preguntas. —Todo cuanto quieras —contesta el indio—. ¿No has oído hablar de la ciudad de Manoa? —¡La Ciudad de Oro! —dice asombrado tu primo—.
—Deseo ir a Labuan, Yañez —dices con firmeza. —¿Estás loco, Sandokan? Te meterás de cabeza en la madriguera de tus más encarnizados enemigos. —Cierto que son mis enemigos, Yáñe
Tras una terrible tormenta, el barco en el que viajabas ha naufragado frente a una isla desconocida. Con ímprobos esfuerzos y luchando denodadamente contra las olas, has conseg