Al final de septiembre, yo debía volver a Los Ángeles. Sin embargo, transcurrieron muchos días y aún seguía ocupando mi cómoda habitación del «Motel Taihoua» en el litoral occi
SONJA seguía los movimientos de la anciana Henge con religiosa atención. La vieja había prendido la leña depositada sobre el hogar. Ramas delgadas, húmedas, sobre las que había