el misterio de las cuatro estacionesLe llamaban Doctor Niebla. Alguien, no se sabe quién, le había bautizado así, con singular acierto. En efecto, este nombre no podía ser más apropiado, a falta de otro más concr
el sello de salomónVeinte minutos después, el coche se detuvo ante una casa de dos pisos, de estilo isabelino, rodeada de un pequeño jardín lleno de heliotropos, que parecía vaciada en el mismo m