cesar torre
deliranteEL coche, un modelo europeo, deportivo, importado a un alto precio, rodaba suavemente por entre las Colinas de Puente, por la carretera del Brea Canyon. La vegetación era impre
el fuego del diabloEl ruido era producido por las grandes puertas correderas de los vagones del tren «Chicago-Burlington & Quincey», que estaban siendo descorridas con violencia. En primer lugar
el futorólogoLA entrevista era en directo, ante las cámaras de la B.B.C. No había auditorio. Únicamente los técnicos, algún jefe de programa, y media docena de esos personajes incontrolados
el monstruo encadenadoEL camino estaba bordeado de viejos muros de piedras sueltas, cubiertos de trepadoras. Tras de ellos se prolongaban los bosques, ya amarillentos por el otoño que se iniciaba, d
la noche es para asesinarEn el pequeño mundo del gran edificio bancario, las castas se clasificaban de acuerdo con el ascensor que estaban autorizados a utilizar, y la altura a que podían ascender en e
los hijos del cataclismoSOLO faltaban algunos vendedores de “perros calientes” y varios puestos de ventas de refrescos, para que la pisoteada explanada pareciera el escenario de un “picnic” dominical.
peter adan y el poder invisibleAquel lugar se encontraba situado exactamente a mitad de camino entre La Habana y Pekín. Esto no tenía demasiado de extraño, pero sí lo tenía el que la distancia que le separar
plenilunio sangrientoEl pequeño aviso colocado junto a la puerta del local, la Sala de Actos del Centro Cívico de la ciudad, anunciaba: «Esta noche, actuación extraordinaria de Melvin Carlisle en e
semilla de violenciaJohn Linden era el representante de la Compañía en Centerville. Un representante activo, que gustaba de ver personalmente las cosas, como en el asunto de la diligencia de Carso
un hombre del esteA la derecha de la casa se iniciaba el Cañón Chaco, que conducía directamente a la reserva de los indios «pueblo». A la izquierda, y por el frente, estaba la zona desértica de