PAÍS LIBRO

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walt sheridan

las sombras de la violencia

DESENFUNDÓ con celeridad. Amartilló. Luego, oprimió el gatillo. El Colt vomitó fuego. Y humo. Y una bala. Una bala que mató. Mató instantáneamente al enemigo enfrentado al largo cañón azulado. Brincó el cuerpo en el aire. Un chillido extraño conmovió el silencio del páramo. Los cactus y chollas, testigos mudos y parduscos, asistieron imperturbables a la muerte de la criatura que acababa de recibir el proyectil