PAÍS LIBRO

Autores

w. martyn

naipes, sangre y colts

SANTA Fe de Nuevo Méjico, capital del Estado del mismo nombre, fue siempre una ciudad que, pese a las vicisitudes de los tiempos y a los azares políticos, conservó ese sello característico que los españoles hemos imprimido siempre por donde pasamos. La típica arquitectura española y el temperamento, así como el idioma, han predominado desde Oñate y Coronado a nuestros tiempos y, si bien los norteamericanos, desde la invasión a nuestros días, hicieron cambiar la idiosincrasia de sus habitantes y colonos, allí queda, como un monumento que nadie puede derrumbar, la fisonomía arquitectónica española, el espíritu de la raza inmiscuido a los indios de Nuevo Méjico y algo sutil y espiritual que el carácter práctico y moderno de los yanquis no ha podido borrar ni ha querido, en justicia, pues lo considera como una de las virtudes del poblado, lo que le presta fisonomía y personalidad dentro de su historia.