el diablo en el paraíso
La novela comienza con los comentarios de Roger Liddiard: “Por diversas razones me considero la persona más adecuada para narrar los curiosos acontecimientos acaecidos en Westease. En primer lugar, los presencié desde su comienzo; luego (como se verá más adelante), llegué a relacionarme íntimamente con algunas de las personas que intervinieron en ellos; y por último, aunque peque de inmodesto, diré que mi profesión de novelista me permite ordenar convenientemente dichos sucesos y presentar a mis personajes con la máxima realidad posible. Cierto es que en mis deliberadas incursiones por el campo de la novela jamás intenté ofrecer acontecimientos tan raros o personajes tan fantásticos, pues la literatura novelesca que cultivo es harto sobria. Ahora, sin embargo, tengo la ventaja de describir los hechos tal como sucedieron ante mis ojos, y si algo hay que deba forzarse será la credulidad del lector, no los recursos de mi imaginación. Por eso, en ciertos aspectos, creo que será la narración más fácil que jamás he escrito. Sólo habré de dejar que mi pluma siga su curso”. Westease, un pueblo encantador en la campiña inglesa, preservado de los horrores de una guerra aún reciente, es muy tranquilo... ¿demasiado, quizás? Cuando Roger Liddiard, joven novelista brillante, detiene allí su coche, se enamora del lugar y decide establecerse en él, no muy lejos del Profesor, viejo caballero solitario, el brillante y exitoso pintor Wyldbore Ryan, el reverendo Gatacre y su hija Mary... Pero la paz y tranquilidad del lugar se altera cuando es asesinado el reverendo Gatacre sin ninguna razón o pista obvia... Liddiard se afana en resolver el enigma, sin saber hasta qué punto podría verse comprometida su propia responsabilidad.