PAÍS LIBRO

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vic logan

un hombre de acero

El sheriff abrió personalmente la puerta de la celda e invitó a Pat a salir. —Anda, eres libre. —¿Puedo marcharme entonces? —inquirió el joven. —Sí, porque no te aconsejo que te quedes en esta ciudad. Eres persona no grata. —Pero si yo no hice nada. —Bueno, no empecemos otra vez.