PAÍS LIBRO

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vic logan

el carnaval del crimen

Richard consultó el reloj. Eran las diez y cinco minutos. Pensó que, sin andar sobrado de tiempo, tampoco tenía que ir con agobios. Puso las últimas prendas personales en el interior de la maleta, e hizo memoria para cerciorarse de que no había olvidado nada. No. Estaba todo completo. Iba a cerrarla cuando sonó el timbre. ¿Quién será? —pensó. No esperaba a nadie.