PAÍS LIBRO

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vic logan

diez dólares de papel

El automóvil oficial, con su luz móvil, lanzaba destellos rojos continuamente, pero marchaba sin hacer funcionar la sirena. Tomó la curva a gran velocidad, hasta detenerse frente al Galwey Park. Allí esperaba un hombre joven, que vestía un discreto traje gris y sombrero de fieltro a lo Frank Sinatra. Abrió rápidamente la puerta trasera del vehículo y tomó asiento. Delante iban los dos policías uniformados, uno de los cuales conducía el vehículo. Ninguno de los tres pronunció la menor palabra, ni siquiera para saludarse.