PAÍS LIBRO

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vic logan

casualidad

Viernes, 22 horas. Sandra descendió del coche gris, frente a la zona ajardinada de los chalets residenciales de St. Pascal. —¿De veras no puedes quedarte cinco minutos? —preguntó, a través de la ventanilla. El hombre, desde el interior, respondió con una negativa: —Lo siento, querida. No me conviertas en un desertor. El rostro de Sandra se iluminó: —¡Oh! Mon petit. Soy una egoísta…