el dedo sobre el gatillo
EL ruido de los caballos al acercarse hizo que James Moore saliera a la puerta de la cabaña para ver quiénes eran sus inesperados visitantes. Eran tres jinetes. Y, al verlos, el ceño del joven se frunció, pues en uno de ellos había reconocido a Benjamín Toole, el cacique de la región, y en los otros, a un par de pistoleros, al servicio del primero. Toole era alto y fuerte, de anchos hombros y mirada fría, reveladora del indomable luchador que había sido en su juventud.