ahorcando rufianes
Dos tiros, es decir, dos balas que habían zumbado por el aire. Lo interesante era averiguar si aquellos dos abejorros de plomo se habían perdido en el espacio o habían ido a alojarse en sendos cuerpos humanos. Una especie de destino burlón parecía empujar a «Doc» Silver Hands a aquellos sitios donde se organizaba un jaleo. Un hombre prudente, al oír los tiros, se habría apresurado a alejarse del sitio donde se cambiaban aquellos saludos tan poco saludables. «Doc» hizo precisamente lo contrario.