¡contraespionaje!
Una mano blanquísima se destacó en las sombras de la habitación apartando los pesados, cortinones. La silueta de una mujer cuya figura se aduanaba, en parte, debido a llevar los hombros y los brazos desnudos, avanzó en silencio dejando a sus espaldas el armonioso ritmo de música moderna que por un instante se llegó a percibir al entrar tan sigilosamente. Andando sin hacer ruido y procurando evitar el contacto con los muebles, se aproximó al centro de la estancia y manipuló durante un segundo. La luz verdosa de una lamparita eléctrica situada encima de una severa mesa escritorio dejó al descubierto el rostro de la desconocida.