una dulce muerte
La calle de Rívoli, que es elegante, aristocrática y ligeramente frívola en su principio, se va volviendo más popular cuando, pasadas las Tullerías y el monumento a Santa Juana de Arco, se adentra en el barrio de Saint Antoine. Empiezan a haber allí algunos estudios de pintores, departamentos pequeños donde viven hambrientos poetas y hasta alguna discreta buhardilla alquilada por tal o cual señorita de la buena sociedad que quiere recibir allí a sus visitas masculinas sin que nadie se entere y dentro de un ambiente muy «a la page». Por esa zona de París era precisamente por donde vivía André Gely.