una ciudad para el diablo
La voz de la mujer sonaba ya débil, sin convicción, sabiendo que no conseguiría nada. Los cuatro hombres la rodeaban. Veía sus facciones sudorosas, sus ojos brillantes, sus uniformes grises, de presidiarios de Sing-Sing. ¿Cómo habían logrado escapar? ¿Cómo habían llegado hasta allí? ¿Cómo era posible que todo aquello sucediese?