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silver kane

sopa de sangre

Watson exclamó: —¡Diablos, qué mujer! En efecto, Watson tenía razón. Y conste que él entendía en cuestión de señoras, de modo que no se conformaba con cualquier cosa. Pero es que ésta valía de verdad la pena. Quizás era algo detonante. No era lo que se dice una chica fina.