pistolero sin pistolas
El jurado entró lentamente en la sala. Los rostros de sus miembros estaban rígidos, impasibles. Algunos reporteros especializados en tribunales decían que sólo con ver las caras de los jurados, ya sabían el veredicto antes de que éste se pronunciase. Y era verdad. A veces habían hecho crecidas apuestas entre ellos por tal causa. Pero esta vez no pudieron averiguar nada. Los rostros estaban más impasibles que nunca, quizá porque se trataba de un caso en que había sido pedida la pena de muerte.