las mujeres lobo
Johnny Klem había cumplido siempre aquellas órdenes. Sabía que nunca mataba a seres inocentes, que nunca mataba angelitos. Las peores carroñas humanas que ha producido nuestro tiempo pasaban ante el punto de mira de su revólver o el filo de su cuchillo. Cuando DANS-001 decía: «Mátelo», era porque la víctima designada merecía la muerte.