PAÍS LIBRO

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silver kane

la mansión de los ojos secretos

Cuando al fin decidí dar con mis huesos en Maddox, pequeña población del condado de Surrey, no podía decirse que yo estuviera, ni mucho menos, en lo mejor de mi carrera. El editor que durante un tiempo me ayudó y me dio cierta fama había muerto, y sus sucesores no llevaban los negocios demasiado bien. Yo tampoco estaba en forma. Debido a un exceso de trabajo, sentía vértigos y había momentos en que parecía que fuese a caer redondo a tierra. Una vez, en el Metro de Londres, el famoso tube, vacilé y estuve a punto de convertirme en un adorno para el parachoques.