felicidades, nena
«Ayer tarde, hacia las cinco, fuimos a desenterrar el cadáver de tía Margaret. »Hacía una tarde gris, desapacible, y el viento silbaba entre los árboles. Desde el viejo cementerio se distinguía el mar que azotaba implacable las costas. Nunca he visto un mar tan salvaje y sombrío como aquél. El entrechocar de las olas parecía llegar hasta el cementerio y mezclarse con el rumor suave de las paletadas de tierra. »La música que todo aquello formaba era fantasmagórica. »Y el cuadro que se ofrecía ante mis ojos parecía pintado por el mismo diablo.