PAÍS LIBRO

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silver kane

el diablo entre nosotros

El hombre y la mujer que estaban en el interior de aquella habitación, dejaron de besarse. Con las manos todavía enlazadas, con los cuerpos unidos, miraron a través de la ventanilla. Los campos estaban verdes y ufanamente lozanos. Las casas aisladas parecían manchitas blancas en la llanura inmensa. Todo el paisaje se movía lentamente. Ellos lo iban dejando atrás. Hay que hacer notar, ante todo, que la «habitación» en la que los dos jóvenes se encontraban resultaba un tanto extraña. Era, en realidad, un vagón de ferrocarril.