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silver kane

dinero mortal

No resulta fácil ser investigador privado en una ciudad como Chicago. Palabra que no. Antes, hacia los años 30, dicen que aquello era la monda. Que uno se forraba y que podía tener dos despachos, siete secretarias y diez o doce amiguitas. Que en la época del gangsterismo el oro corría a mano llenas entre los investigadores privados. Que daba gusto vivir, vamos, aunque a veces uno se encontraba con una bala y se moría. Ahora es muy distinto.