PAÍS LIBRO

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ralph barby

la virgen doble

Aquella celda era de lo peor que había conocido Billy Yuca. Olía a mil diablos, peor que las letrinas de un campamento de reclutas. Era oscura y hacía un calor insoportable, pegajoso. El sol debía dar de lleno en el techo de la pequeña cárcel de Ciudad Cananea, pero la celda estaba, en sus dos tercios, excavada en la tierra, y por entre las piedras que constituían los muros se filtraba la humedad de la tierra, lo que hacía que el calor resultara aún más inaguantable; un calor húmedo que favorecía el cultivo y desarrollo de todo tipo de insectos y miasmas. Pasar un mes encerrado allí era exponerse a coger la lepra como mínimo, si es que uno no era devorado antes por los insectos y microbios.