ron amargo
Rudy Pardo, al ver a Rick Guilter, crispó levemente los puños en el interior de los bolsillos verticales de su cazadora de cuero. Estaba aguardando en la estación de Everett North, la llegada del Metro, que le conduciría a su cena frugal en el reducido espacio donde dormía. Aquella tarde no viajaba en su triciclo de reparto, porque era sábado y había ido al cine. Localidad de gallinero, porque no había más barata, y estaba intentando ahorrar.