la secta de dalila
La brisa marina nocturna disipaba el dominante olor de los hot-dogs. Los toboganes, montañas rusas, norias gigantes, crazy-houses eran invadidos por la muchedumbre veraniega. Hacia la medianoche, Coney Island empezaba a trocar su concurrencia de empleados en vacaciones, por un público más escéptico, menos alegre.