PAÍS LIBRO

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peter debry

la banda de los horripìlantes

El Bar Picnic era apenas más ancho que su puerta. Una puerta cristalera a cuadritos rojos y azules que irradiaban discretamente sobre la acera de la calle Sainte-Daniele. Doce personas bastaban para rellenar aquel antro, reservado en principio solamente para los amigos de Fern Morel. Por otra parte, ningún noctámbulo en su pleno juicio, se habría arriesgado a entrar en una guarida tan visible y famosa.