esposas robot
La neblina sobre el Támesis, era un espectáculo siempre placentero para Alex Harris. Todo quedaba diluido. Hasta el lodo adquiría suavidad de tela esponjosa. El saludo respetuoso, pero repentino, de un agente, le devolvió a la realidad, arrancándole de sus divagaciones. Tenía que ser, y no le quedaba más remedio que ser, el inspector Harris, de la Criminal. —El sargento de guardia me ordenó que le localizase, señor. Transmito el mensaje, señor. Sírvase personarse en la oficina de Proyectos de la subsecretaría de Industria y Comercio. Aguardan su visita hasta las ocho de la noche, señor. El propio asesor jefe, señor. —Gracias.