huracán en asia
A las once y media de la misma noche, Fergus Bay jugaba al ajedrez con su esposa. Era hombre de costumbres metódicas, y el hecho de poseer una de las mayores fortunas de la nación, no afectaba en nada sus hábitos de disciplina. Todas la mañanas dirigía desde su despacho las operaciones del mayor trust minero del Estado, y por las tardes se encerraba en su laboratorio, hasta la hora de la cena. Y solo dos veces por semana iba a algún espectáculo acompañado de su secretaria y esposa.