PAÍS LIBRO

Autores

p. duke

el rascacielos de la calle 43

Fue algo circunstancial, pero decisivo más tarde para Pat Morgan, que éste, por un azar de la suerte, se viese obligado a ser testigo presencial de dos bárbaros actos de sabotaje y represalia en el breve plazo de diez minutos. Morgan había regresado a Chicago dispuesto a poner en práctica un magnifico plan que poseía para arrancar a los magnates de la carne un buen puñado de dólares de los muchos millones de ellos que se embolsaban anualmente y no todos de una forma honrada. Se corrían muchos rumores sobre lo que sucedía en los mataderos de la ciudad, situada a las orillas del lago Michigan, y Morgan no sólo sentía curiosidad por comprobar si el rumor público era exacto, sino que, de serlo, estaba dispuesto a tomar parte en las ganancias de tan desaprensivos especuladores apelando a la vena de su ingenio, siempre fértil y dinámico.