PAÍS LIBRO

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p. duke

el misterio de la extraña sinfonía

DIXON—exclamó Pat Morgan señalando con la pipa el diario que tenía abierto sobre su mesa—. Haz el favor de acercarte al Metropolitano y sacarme una butaca de orquesta para el concierto de mañana por la noche. Si quieres acompañarme, pide dos. Creo que tú también eres un buen aficionado a la música clásica. Dixon hizo una mueca y repuso: —Prefiero la música de Broadway y más si me acompaña una linda muchacha a marcar el compás, pero si usted cree que ese concierto merece la pena de ser oído, le acompañaré.