cocktail sideral
RESULTABA curioso, llamativo, aquel rótulo luminoso, en rojo, que parecía surgir de las aguas, en sus intermitencias. Podía leerse: «Club Riviera». Por los dibujos que acompañaban aquellas letras, no había que realizar el menor esfuerzo imaginativo; el «Club Riviera» era uno más, con la particularidad única de que el local era un yate, anclado en aquellos momentos en la playa de Lido, esa franja de tierra alargada y estrecha que defiende Venecia de alta mar.