alrededor del cepo
AQUELLO parecía el final del camino. Marcel Perronet estaba muerto. El final del camino. Yo estaba en París para ponerme en contacto con Perronet. Fui a su casa, en rue de Médéric, al norte de Parc Monceau. La rue Médéric es corta, consta de una sola manzana y es modesta, escasamente iluminada y con poca animación. Aquella noche sí se había animado rue Médéric. La había animado la presencia de la Policía y una ambulancia. Había curiosos, naturalmente; bastantes. Yo fui uno más. Vi cómo sacaban el cuerpo de Perronet en una camilla, tapado con una manta, y lo introducían en la ambulancia.