enigma en la vía férrea
Lloviznaba y un fuerte viento fustigaba, con invisible, pero implacable mano, los verdes y dilatados campos, se arremolinaban en los valles ubérrimos y, en los foscos y sonoros pinares, que coronaban las alturas, tenía un vago rumor de olas. Las blancas cintas de los caminos y la ancha faja de la carretera zigzagueaban como venas, zumbaban los hilos del telégrafo y un puente de tres arcos, formando ángulo con la vía férrea, destacaba con color de sangre. Un empleado ferroviario, en recorrido de inspección, marchaba a buen paso por entre las paralelas de hierro. Fumaba un grueso pitillo. La gorra un poco ladeada.