los estigmas de la amapola
Los estigmas de la amapola narra las peripecias de un par de axilas, las vicisitudes de dos manos y las desventuras de una cara. Mientras los adolescentes normales piensan en las fiestas; Maitane, en encontrar los modos de camuflar las manchas. Mientras los primeros tienen las hormonas revueltas, ella no las siente porque está demasiado ocupada pensando en cómo ingeniárselas para disimular los estigmas morados que le han salido en los pechos; en taponar los lagos, lagunas y ríos que le corren bajo los brazos y en evitar que la cara se le incendie siempre... provocando las risas burlonas de los demás y los odiosos: «¡Estás roja!». En síntesis, es una historia original y verdadera que habla del drama de la protagonista, de los tormentos húmedos y cromáticos de su vida: sufre de hiperhidrosis (sudoración excesiva) y blushing (rubor patológico). ¿Qué sucede cuando tu piel se convierte en tu mayor enemiga? Cuando tu propia piel se moja, se tiñe, se rompe... ¿cómo luchar por la supervivencia de tu autoestima? Como era de esperar, ella sufre de acoso escolar. Para desahogarse, se sumerge en el mundo de la pintura, el dibujo, la escritura. El dolor la inspira. Crear es catártico. Dibuja manos, ojos, espirales, caras. Escribe elegías. Quiere estudiar Psicología, pero también Bellas Artes. Quiere respuestas. Prueba mil métodos, busca una solución definitiva. Hipnotiza a sus vasos sanguíneos, y pasa de ser víctima a victimaria: asfixia, quema, dispara, electrocuta, envenena y da soporíferos a sus glándulas sudoríparas. Quiere ser normal, levantar los brazos, usar ropa ajustada y de color entero, dar la mano, tocar, hablar sin miedo. Tener novio, acabar la carrera. En resumen, quiere dejar de sudar y ponerse roja como una amapola. Lo cuento con pinceladas de humor, de fantasía. Desdramatizo, dentro de lo posible, el sufrimiento de un par de axilas sensibles, dos manos susceptibles y una cara emotiva.