la muerte pasó por hondo
Los tres jinetes descargaron sus revólveres en el cuerpo del buscador de oro, que en aquel momento acababa de apearse de su montura y se disponía a amarrarla a la pequeña entrada de su casa, en la que se hallaba su madre, quien pasó desde la más profunda alegría por la llegada del hijo amado, a la mayor desesperación al ver que éste hacia un gesto de dolor.