PAÍS LIBRO

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mark sten

sangre india

Se hizo la comida, de los víveres que llevaba consigo en las alforjas, comió y, mientras su caballo pacía la hierba que crecía en pequeñas franjas de tierra a la sombra de las rocas, Brian Lonn se tumbó sobre el duro lecho de una peña alargada sobre el vacío, como una atalaya. Desde lo alto del risco, abierto casi perpendicularmente a un abrupto cañón, con un estrecho y humilde río, se contemplaba un impresionante paisaje de erosión milenaria.