sangre india
Se hizo la comida, de los víveres que llevaba consigo en las alforjas, comió y, mientras su caballo pacía la hierba que crecía en pequeñas franjas de tierra a la sombra de las rocas, Brian Lonn se tumbó sobre el duro lecho de una peña alargada sobre el vacío, como una atalaya. Desde lo alto del risco, abierto casi perpendicularmente a un abrupto cañón, con un estrecho y humilde río, se contemplaba un impresionante paisaje de erosión milenaria.