PAÍS LIBRO

Autores

mark sten

a sangre y fuego

¡Eh, Bain, acerca esas vacas! ¡Corre, Bill, atrapa aquel becerro! —ordenaba el capataz a sus hombres que le obedecían diligentes. Estaban terminando de recoger el ganado en aquella estribación de la montaña, donde había pastado. El olor acre de los animales y del sudor de los hombres… El remolino del polvo levantado por la manada… El recuento había sido bueno. Contabilizaron más becerros de los que esperaban. El dueño se sentiría satisfecho. Y cuando eso sucedía, solía mostrarse generoso.