convoyes de la frontera
¡Los indios! El grito de alarma surgió por doquier, desde las empalizadas y se fue repitiendo y corriendo, como reguero de pólvora, por las desiertas caballerizas, a través de la plazoleta y hasta las viviendas en las que habitaban las escasas mujeres que había en el fuerte. Fort West.