yo le vi morir
—¿Se puede entrar? —¡Víctor Manuel! ¡Qué agradable sorpresa! —¿Cómo está, mayor? No se levante. El mayor se puso en pie y estrechó cariñosamente entre sus brazos al joven y elegante mejicano. —¿Cuánto tiempo hacía que no nos veíamos? Tu padre tampoco viene por aquí. —Anda muy ocupado con los problemas de la hacienda, mayor. Me pidió que viniera a verle. ¿Fue usted quien envió esto? —Lo hizo mi hija; da una pequeña fiesta con motivo de su cumpleaños. Se llevará una gran sorpresa cuando sepa que estás aquí. ¿Qué tal por Laredo?