whisky para los difuntos
Parecía una pesadilla. Los jinetes aullaban salvajemente en torno al rancho incendiado, mientras alzaban los rifles y espoleaban sin piedad a los caballos. Las llamas, que parecían querer alcanzar el cielo, iluminaban trágicamente la noche. Y las siluetas de los once hombres se recortaban sobre aquel fondo de infierno, mientras los gritos los gritos se hacían más agudos, más estridentes y de vez en cuando sonaban disparos al aire para acentuar aquella sensación de pesadilla. Dentro del rancho también se oían aullidos, pero éstos eran distintos. Mientras los incendiarios, borrachos hasta los tuétanos, gritaban de placer, los que estaban dentro se retorcían de dolor al ser alcanzados por las llamas, y sus gritos estremecían la noche.