PAÍS LIBRO

Autores

m. l. estefanía

¡vaya un sudista!

Todos aquellos que años antes se inclinaban para saludar con cariño a Bill, hacían como que no le veían. El se daba cuenta de este desprecio y sonreía tristemente. Cary, más impulsivo, los insultaba a voz en grito, teniendo Bill que contenerle para que no castigara a más de uno. Desmontaron ante el almacén de Forster y entraron segundos después.