unos días en vancouver
El esperado barco había entrado a una hora inesperada, por lo que no había mucha gente reunida sobre el muelle donde realizaba la maniobra de atraque. Corrió esta noticia como un reguero de pólvora, transmitiéndose rápidamente de unos a otros. Y en el momento que el barco quedó con el costado arrimado al muelle, no había forma humana de poder dar un solo paso sobre el mismo. El capitán Broome observaba en silencio, desde la alta cubierta, aquella repetida escena.